Este tiempo ha traído valor e intencionalidad para abordar mis creencias limitantes junto con las historias que me he contado a mí misma sobre las personas en mi vida.
Luego de aquella vez no lo volví a ver más. Pasaron días, meses. Casi que tres meses sin saber de él. Luego un día, en la tarde, nos encontramos de casualidad.
Bajaba las montañas sentada y cruzamos un rio a las 2 de la mañana. Yo sentí que por poco y me arrastra. Había víboras de cascabel. Las escuchamos, pero Dios es grande y nos ayudó a llegar a este país.
Disfruto compartir una de mis pasiones como cocina; cada fin de semana preparamos comida para después ir en busca de los menos afortunados y entregar ese alimento caliente haciéndoles saber que no importe en la situación que se encuentren siempre existe alguien que piensa y les toma cariño,
Lo cuenta con mis hijos pa que ellos sean buenos papás con sus hijos. Nosotros sufrimos harto pues no había comida, había poquita, no la desperdiciamos.
Llegamos aquí en 1983 con cuatro hijos y seis maletas.
Nosotros veníamos con los papeles legales y todo pero a pesar de eso la vida completamente diferente. Habíamos dejado amigos, trabajos, las casas. Yo dejaba mi madre bien anciana. Y todo eso, pues, fue haciéndonos una nostalgia enorme por el pueblo de nosotros.