Detrás de puerta cerrada


Me case muy chica en México. Tuve a mi primer hijo y empecé a vivir violencia doméstica. Mi marido emigró a Estados Unidos y pensé que esa sería mi oportunidad de dejarlo, pero luego de vivir varios meses en USA me amenazó que si no emigraba yo también me quitaría a nuestro hijo. Así que no tuve otra opción que venir a USA cruzando la frontera de ilegal. Después de meses de haber llegado a este país, volvieron los abusos por varios años, tuve otra hija. Para ese entonces estaba en un proceso de migración, pero para mí mala suerte pasaron los ataques terroristas y fui considerada terrorista de USA por haber entrado varias veces al país sin documentos y haber sido expulsada. Ahí comenzó mi martirio y un infierno por qué mi marido quería que me deportarán para así deshacerse de mí y quedarse con mis hijos. Pues él ya estaba viendo a otra mujer. Así que para que no me deportarán decidí esconderme de migración y de mi marido, pero tuve que dejar a mis hijos por qué si me los llevaba conmigo me acusaría de secuestro.

“Ahí comenzó mi martirio y un infierno por qué mi marido quería que me deportarán para así deshacerse de mí y quedarse con mis hijos.”

Así (me) estuve escondiendo por 5 años. Mientras estaba escondida estuve viviendo en la calle en otra ciudad lejos de mi agresor y de migración, trabajé en el campo, pero empecé a sufrir acoso sexual por parte de los capataces, pero como no accedía me trataban muy mal hasta que me corrieron sin pagarme nada de lo que ya había trabajado. Después tuve que trabajar limpiando casas donde me abusaron mucho. En una ocasión el empleador quería obligarme a limpiar la casa desnuda. Según él para asegurarse que no le robara nada, pero no acepte y me corrió. Y otra vez sin pagarme nada de lo que había trabajado, pero no podía denunciar por qué me estaba escondiendo de migración.

En otra ocasión otro empleador me ofreció su casa para quedarme a vivir ahí a cambio de limpiar y cocinar, pero pasadas las semanas me encerró y no me dejaba salir. Ahí empezaron los abusos físicos, psicológicos y sexuales. Él quería que su perro me hiciera cosas como las que me hacía él (horribles actos sexuales y torturas). Hasta que encontré una posibilidad de huir y me escapé.

Después de seguir vagando en la calle me encontró mi marido y llamó a migración y me detuvieron. Pero yo luché por defender mis derechos, pero estuve detenida por varios meses. Estando encerrada en un centro de detención fue otro infierno por qué el maltrato psicológico es muy fuerte. Había veces que nos daban comida hechas a perder. No había agua potable ni buenos servicios médicos. La discriminación era muy fuerte. No tenía derecho a productos sanitarios gratis. Tenía que comprarlos, pero con que dinero si no tenía quien me diera o me mandará dinero. Estaba tan mal que quería quitarme la vida, pero por otro lado tenía que aguantar y seguir luchando por qué quería luchar por mis hijos y no podía dejar que me deportarán. Así que tuve mucha resiliencia, luché y aguante hasta que me dejaron salir de ese infierno de estar encerrada. Gracias a una organización de abogados gratis que se tocaron el corazón para ayudarme.

Salí para seguir luchando por la custodia de mis hijos y estar legal en este país. El juez me dio la custodia total de mis hijos por qué logré comprobarle que fui víctima de mi marido y me dio el divorcio. Después me dediqué a luchar por las víctimas de violencia doméstica y abuso sexual. Eventualmente me uní a una organización que defiende los derechos de las trabajadoras del hogar y luchado mucho por extender los derechos de las trabajadoras en contra del acoso sexual en el trabajo. He ido a contar mis historias al senado y el congreso para crear leyes que protejan a las personas inmigrantes de cualquier abuso y discriminación.

Los que me quisieron enterrar no sabían que yo era semilla y volví a nacer. Ahora ya soy abuela activista y tengo otro esposo que me apoya mucho.

La cronista Adriana Addy Cazorla es mexicana. Tiene dos hijos y un nieto y es activista.

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