Yo soy Margarita Contreras. Vengo de Oaxaca y vine aquí a trabajar porque, pues, estaba yo sola con cuatro niños. Mi esposo se vino pa acá, pues aquí quedó, ya no regresó. Ya no regresó. Entonces, yo en un tiempo yo vine aquí, a Estados Unidos a trabajar. Pero, nomás estuve cuatro años porque dejé dos niños allá en mi pueblo. Y ya nada más tenía a sus abuelitos, pues ya estaba muy grande.
— Vente hija porque es tu niño. Está muriendo. Se hincho de su cabecita, de su cara — me dijo su abuelita. Yo vine a Estados Unidos, aquí, a trabajar. Me vine por cuatro años. Pero, aquí me hice embarazada de mi esposo del bebé que tengo, del niño.
— Vente hija porque el niño ya se está hinchando de su carita — me dijo su abuelita. Tenía yo dos niños allá.
— Vente — me dijo — porque ya tu hijo se está muriendo. Y yo ya estaba ya grande mi barriga, pues.
Antes había mucha migración, trabajábamos y nos escondíamos. El mayordomo no nos pagaba. Solo nos pagaba tres días, y lo demás no nos pagaba, pero ni pa’ reclamar. Ni pa’ reclamar; teníamos mucho miedo. Y pues, cuando me avisó mi suegra que se estaba muriendo mi niño… que me voy, y ya me fui embarazada.
A los ocho días que yo llego, nació mi niño, que está aquí, que tiene tres niños. Ya aquí iba a nacer. Pero como me fui allá, nació a los ocho días. Luego el otro día que nació, nos fuimos en carro.
Pues, se vino mi esposo, ya no regresó, se me quedó. Entonces yo con esos tres niños, me los dejo de dos semanas, de una semana creo. Y se vino, ya no regresó. Ya se encuentra con otra mujer.
Pues, yo, mi vida fue muy mal porque yo, en la verdad, andaba yo vendiendo mis nanchitos…pollo…allá andaba yo haciendo sala, y ya más resal… Así, creciendo mis hijos, y ya en la verdad, pues estoy harta. Mi esposo me pegaba mucho. Me pegaba aquí, me pegaba allá…y en la verdad, pues, ni pa’ dejarlo, porque yo ya tenía yo mis niños, los dos, y el niño, tres. Y me dejó, y se vino y me quede, pero creció mis dos hijos y se vinieron pal norte, y ya el…se crecieron mis hijos, y ya ellos…en la verdad aguante quince años sola. Quince años. Sola allá en México…este…aguante quince años sola en México…
Después se vinieron mis dos hijos. Después se vino el chiquito de catorce, después mi hijo. Pues, de cuarenta y dos, todavía tuve otra niña que ya no fue de mi esposo, pero aguanté quince años. Tuve otra niña de cuarenta y dos.
— Vente mama — después con trabajo, me dijeron mis hijos y me vine.
Y bendito sea dios que, que me puse a trabajar, como las mujeres. Ya no me llegué engañar. Me puse a trabajar para mi niña, y ahorita, mi niña, lleva… tiene diez y nueve años. Ya salió este año de la high school. Pero, con la bendición de diosito, pues ni modo, ¿pa’ qué enojarse? Tiene su bebé ahora, y pues allí la vamos pasando bien porque, por qué no. Diosito, no nos deja de la mano.
Pero yo, mi historia es de muy doloroso y me gusta aquí esta reunión, porque me gusta escuchar pa’ de los derechos del trabajo. Pa’ mis hijos, a decirles también porque antes había mucho maltrato. Había. Pues eso es mi historia nomás.
“Es que nuestros papás fueron muy pobrecitos. Pues nosotros, pues lo que nos daban de comer, frijolitos. Pues antes era muy bueno, y pues pa mí, yo no voy a decirle que yo no estaba yo bien con mis padrecitos. ¿Sí? Aunque sea con frijolitos, pero estuvo muy bien con mis padres.”
Se murieron, y al fin me quede sola, pero…se rodó el carro…se murió mi papá, ¿si? Pero, mi diosito no nos de la mano, y nos da de comer como puede, pero sí comen. Eso es mi historia, ¿sí?
Nomás. Lo cuenta con mis hijos pa’ que ellos sean buenos papás con sus hijos. Nosotros sufrimos harto pues no había comida, había poquita, no la desperdiciamos.
Entonces ustedes, como padres que ya son de sus niños, deben de cuidar sus niños, sus esposas, y trabajarse lo mejor. Trabajar, y no andar en el vicio, porque no es bueno, y gracias a Dios, que sí trabajan mis chamacos…
Yo llevo sesenta y dos años…sesenta y tres años. Cinco hijos; cuatro hombres y una mujer, pero ahora se ve que todos salieron adelante. Tengo once, sí once nietos tengo. Estamos bien, gracias a Dios.
Yo mis sueños eran de venir al norte a trabajar para, pues, no (hay) otra cosa, aunque sea tener un poco de dinerito pa’ estar comiendo. Mi sueño, estar felices con mis hijos, con mis nietos. Lo hemos logrado…
Sí, aquí estamos, aquí en Estados Unidos porque mucha gente dice: — Ay el gobierno, que la policía nos anda agarrando. Le digo: — La policía les anda agarrando porque son borrachitos, están endrogados, por la policía. También es muy bonita porque nos están ayudando. Si no hubiera policía, pues yo creo que ya nos hubieron matado todos, y con la policía estamos, pa’ mí es muy bueno que la policía nos ande cuidando. Por eso le digo a mis hijos: — Hijos, no tomen. Tomar en casa, pero así en la calle no es bueno. Y lo hemos logrado que hay toman en la casa, aunque sea poquito, pero nada en la calle…si…
Por ahí le cuento a mi hija: — Ya tienes tu bebé ahora, comienza a trabajar, con esta mente, no andar pa’ acá y pa’ allá, para que tu saques adelante a tu niño como debe de ser y sea un buen hombre.
La cronista Margarita Contreras trabaja en el campo y es de Oaxaca, México