Mi regalo para la familia de esta tierra es el de ser una defensora de otros Trabajando para mi comunidad
Yo sé que es muy importante hablar los dos idiomas para darme a entender con las dos culturas: una porque es la mía y la otra porque estoy en Estados Unidos y también necesito comunicarme. Me cuesta un poco
Tengo cuatro hijas. Por el momento, mis temores tienen base en las estadísticas nacionales: una de cada cuatro mujeres será abusada. Esto me provoca un gran temor. Tengo cuatro hijas... Curación en progreso
Esto no termina con el final, sino con el principio. El principio de mi curación...Mi educación y trabajo en este campo me salvaron. Me ayudó aprender a comenzar a curarme y me permitió trabajar hacia...a ponerle un fin a la violencia contra mujeres. La niña invisible: Una historia de trauma, violencia y alcoholismos
Oigo las plumas que me rodean en este taller garabateando sus memorias más íntimas. Pienso en lo vulnerables que podemos ser, y al mismo tiempo la motivación en nosotros a través de nuestra palabra escrita. Me siento muy orgullosa de tener un lugar dónde compartir mi historia y reconozco lo único y hermoso que es. Una amable invitación
Tu polvo, papá, cubre mi silencio, mi voz revela ser silencio. ¿Por qué revelarse al sagrado silencio? Silencio
Guatemala le llamó a mi mamó. Guatemala pasó. Entonces, le llaman para decir ‘tu pa´ se está muriendo’. Una gran historia
Es básicamente borrar mi identidad y ahora pienso, ¿como yo recupero mi identidad? Que no se olvide y que nunca se repita
Esa soleada tarde del primero de mayo, a todas las clases del tercer grado les asignaron bailar el baile del jarabe tapatío durante el festival de la escuela primaria. Era una de las pocas maneras en las que se le rendía homenaje a nuestra cultura en la escuela. Cada primero de mayo había una clase que representaba algo mexicano. Es posible que siempre haya sido el baile del jarabe tapatío porque no recuerdo ningún otro baile. Mamá Carmela
A la hora de la merienda alguien imprevisto siempre llegaba esperando poder compartir un poco de la deliciosa comida. Algunas veces, algunas de las mujeres que habían contribuido monetariamente a la comida desaprobaban por qué alguien que no había contribuido podía llegar y sentarse a comer. La respuesta de mi abuela siempre era que “un plato de comida no se le niega a nadie”. La bondad no cuesta nada