La casa de Nana era mi santuario y un mar lleno de muchos recuerdos amorosos. Sus rosas en el patio trasero dieron vida a los colibríes que se detendrían y el árbol de la mora dio a todos los nietos una montaña para escalar.
Quiero que sea respetuosa, orgullosa, que abogue por sí misma, que sepa de dónde viene, que sea una buena persona, que practique la empatía, y la lista continúa, bien...