Trabajo con la gente, con inmigrantes, con gente que batalla con la pobreza y que no tiene mucha educación, y me pregunto por qué, por qué me importa y algunas veces me pregunto si en realidad importa. Historia sin título
A la hora de la merienda alguien imprevisto siempre llegaba esperando poder compartir un poco de la deliciosa comida. Algunas veces, algunas de las mujeres que habían contribuido monetariamente a la comida desaprobaban por qué alguien que no había contribuido podía llegar y sentarse a comer. La respuesta de mi abuela siempre era que “un plato de comida no se le niega a nadie”. La bondad no cuesta nada