La pandemia (Covid-19) puso al descubierto todos los sistemas rotos de nuestra sociedad. Los grandes y los pequeños. Trabajar en CYB (el Programa de Cultura y Bienestar de la Clínica de La Raza, La Familia Counseling Center y el Centro de Salud Tiburcio Vásquez como educadora en salud mental) fue lo único que no cambió para mí.
“Aunque el “dónde” y el “cómo” parecían diferentes, el “por qué” seguía siendo el mismo.”
Mi momento de mayor orgullo durante este tiempo me llegó mientras conducía de casa en casa, de ciudad en ciudad. Nos habían dado tarjetas de regalo para entregar a la comunidad. Tarjetas regalo para tiendas de comestibles; para comida; para sustento. Las casas variaban en tamaño, y las personas en antecedentes. Pero el “por qué” seguía siendo el mismo. Estábamos proporcionando los elementos más básicos para cualquier ser vivo. No había que pasar por ningún obstáculo. Sin vergüenza ni preguntas. Me sentí muy conectada con ellos, con personas que podrían ser parientes lejanos si buscaba lo suficiente. Fue una experiencia que no olvidaré pronto.
La cronista M. Cruz es “una ciudadana de primera generación y una educadora en salud mental.”