Recuerdo cuando era una niña, yo no vivía con mi mama. Cuando ella nos arrebató de quien consideraba mi familia que nos cuidaron desde que nacimos.
“Nos llevó con ella y ahí empezaron los problemas”.
Nos maltrataba todos los días diciéndonos que no servíamos para nada. Así era diario. Insultos, gritos, groserías. Un día nos visitó el abuelo, papa de ella. El señor no nos quería. Intento besarme, abrazarme. Como yo no me deje, me amenazo con su hija. No sé qué le dijo que a su hija me pego hasta que se cansó y él le gritaba dale. ¡Hazla que llore!
Recuerdo tiempo después nos avisaron que el señor se estaba muriendo. Mi hermano y yo fuimos a verlo. El señor quiso agarrarme la mano. Yo no pude verlo. Lo mismo me paso con su hija.
Dios me perdoné, pero nunca pude llamarla mama. Ni en su lecho de muerte. Eso me hace mucho daño. A veces pienso que soy muy mala. Y eso no me deja en paz. Lo mismo paso con mi Tío. Hay veces que pienso que clase de familia me toco, pero gracias a Dios yo dije que mis hijas no iban a pasar por lo mismo.
La cronista Niña triste es ama de casa; se dedica a su hogar y es de México.