La escuela Bonnie Hansen


Nunca me imaginé que el día que por primera vez llegué a mi clase de biología en la preparatoria sería el momento en el que conocería a la mujer más influyente en mi vida: Bonnie Marie Hansen. Después de haber visto un esqueleto anatómico en el salón con una boa de plumas rosas y lentes oscuros, me di cuenta que esta no sería la típica clase de biología y que Miss Hansen no era una profesora típica de biología.

Miss Hansen y yo tuvimos una relación muy cercana cuando me uní a la alianza hetero-gay de mi preparatoria (GSA, por sus siglas en inglés). Recuerdo el día que anunció que el GSA se reuniría durante el almuerzo y que todo mundo era bienvenido. Arrastré a algunas de mis amistades a que me acompañaran y no encontramos a nadie más que a Miss Hansen. Ella sonrió y nos aseguró que más gente vendría, pero solo llegaron algunos alumnos. Desde ese día en adelante, hice que mi misión fuera hacer que más estudiantes participaran. En los tres años en que fui presidenta de la GSA, lo logramos con fiestas donde servimos pizza, exposiciones de fotografía, talleres, listones de arcoiris con seguritos y el día de transgénero.

“Todo mundo amaba a Miss Hansen. Los estudiantes votaron por ella como “la maestra más chistosa” en el anuario de la escuela, un sentimiento que los alumnos y el personal compartían.”

Miss Hansen tenía un amor por la cultura mexicana (decoró su casa para que se pareciera a la Casa Azul de Frida Kahlo), por el café, los animales, la educación, el viaje y… el peligro (me confesó que había saltado en bungee y que a menudo llegaba en su motocicleta a la escuela).

Fue por Miss Hansen que me hice una persona más consciente socialmente. Trabajé en el centro de salud de la escuela y obtuve una pasantía remunerada en LYRIC, una organización sin fines de lucro que brinda un espacio seguro para jóvenes LGBTQ. La idea de aprender de un tema y tomar acción para asegurar un cambio positivo fue algo que Miss Hansen me inculcó, y sigue siendo parte de mi vida igual que ella. Todavía lucho por derechos LGBTQ, así como por derechos para estudiantes AB 540 y minorías.

Cuatro años después de haberme graduado, recibí una llamada telefónica de una amistad de la preparatoria. Su voz era suave y triste al decirme “no sé cómo decir esto… lo lamento mucho… Miss Hansen falleció en un accidente de motocicleta…” Mi corazón se hundió muy profundo hacia mi estómago, un sentimiento que nunca antes había experimentado. Al visitar el lugar del accidente donde había fallecido la noche anterior, encontré un pedazo de su motocicleta pintado de un arcoiris brillante. Durante mi dolor, supe que nunca volvería a ver una personalidad tan vibrante, amorosa y alegre. A través de una mezcla de lágrimas saladas y sonrisas, me sentí privilegiada por haber sido parte de su luz.

Aunque Miss Hansen y yo éramos mujeres de diferentes generaciones, diferentes orientaciones sexuales y diferentes culturas, desarrollamos un vínculo y construimos una amistad única. Ella fue la primer adulta que me trató como una igual y que estaba interesada en lo que tenía que decir. Miss Hansen no era chicana ni latina, pero era una mujer que, como yo, enfrentó obstáculos: yo enfrenté discriminación por ser inmigrante, y ella enfrentó criticismo por ser lesbiana. La amistad de Miss Hansen me enseñó que sin importar lo diferente que sean nuestras historias, el buen espíritu que emana de persona en persona puede inspirar cambio, amor y concientización. Y lo que es más importante, me enseñó que “la calidad de vida no se mide con el número de alientos que tomamos, sino con el número de eventos y lugares que nos quitan el aliento”, una cita que a menudo escribía en el pizarrón de su salón de clases.

Miss Hansen participó en “Building with Books”, una organización cuya misión es construir escuelas en países en desarrollo. Para rendirle homenaje a su legado, una de sus escuelas en África lleva su nombre: La Escuela Bonnie Hansen. Aunque no se haya dado cuenta, Miss Hansen dejó una huella en el mundo y en los corazones de aquéllos que fueron afortunados de haberla conocido.

En homenaje a Bonnie Marie Hansen (1963-2008)

 

La cronista Andrea es estudiante de medios de comunicación en la Universidad de California en Berkeley. Nació en México y se crió en San Francisco. Le gusta ir de excursión, cocinar, e ir en aventuras en su bici. La historia de Andrea fue escrita durante el taller de CLF (Fundación Chicana Latina) The Power of Storytelling  (El poder de tu historia).

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