Nací en Coruña, Coahuila, México. Mi padre se llamaba Florentino Delgado. Mi mama se llamaba Alejandra Ramos. Mi padre sufrió mucho de asma y murió por la misma causa.
Mi madre lo cuidaba siempre y siempre le daba lo mejor de comida y ella se quedaba muchas veces muy preocupada de que él estuviera bien. Cuando mi padre murió, el murió en febrero. No recuerdo el año, pero mi madre murió en septiembre del mismo año. Yo soy la más pequeña de tres hermanos y una hermana. Mi hermano mayor ya murió. Solo quedamos dos mujeres y dos hombres.
Uno de mis hermanos, el más grande se vino a San Luis Rio Colorado, Sonora, México. Él era carrocero y soldador de carros. Él se quemó y pensaban que iba a morir. Nos pidieron que viniéramos mi hermano y yo.
En ese tiempo yo tenía 16 años. Pensábamos que se iba a morir. Vendimos todo lo que teníamos y nos venimos a San Luis. Gracias a Dios él se alivió, pero yo no me regrese al rancho. Saque pasaporte y cruce a Estados Unidos. Trabaje de sirvienta en casa cuidando niños y haciendo el quehacer de la casa. Luego la señora me propuso ir con ellos a Oakland y si me vine a Oakland.
Luego me llamaron unas conocidas que vivían en Salinas. Trabaje en el chile, tomate y pepino. Solo estuve tres meses. Pues sin papeles estuve trabajando en un empaque de verduras, donde era un lugar muy frio y a consecuencias de que estaba respirando todo el día cloro me afecto mi sistema y a la fecha tengo alergia. Mis ojos me lloran mucho y tengo que usar lentes.
En el empaque nos decía la mayordoma, – Si en este mes ustedes no reportan un accidente, les voy a rifar una olla – o traía unos platos. Era triste porque en una ocasión una compañera la máquina de zanahoria le agarro los dedos y casi le corta uno de ellos. La compañera se fue al baño y no quería reportarlo para que la cuadrillo no perdiera la rifa.
Yo sufrí mucho por la situación y por eso me involucré con Líderes Campesinas para luchar contra la injusticia y aprender a defenderme y darles a la comunidad campesina la información sobre sus derechos independientemente su estatus migratorio. Con Líderes Campesinas tenemos esa oportunidad de aprender y compartir.
“He tomado muchos entrenamientos sobre pesticidas y condiciones del campo y a pesar de toda la información que hay en los medios siento mucha necesidad de dar más información.”
Mis hijos, bueno tengo dos hijos. Uno de 31 años y el menor de 28 años. Tengo dos hermosas nietas. Una de 8 años y otra de 1 año y medio. Son la razón de mi existir. Mis nietos son la luz de mis ojos.
Estuve casada por 25 años. Me separe, pero a pesar que estaba con mi esposo es como si no hubiera, ya que, por lo regular, no estaba con nosotros. Pero aquí estoy de pie disfrutando de la bendición de mis hijos y nietas pidiéndole a Dios me de licencia de compartir más tiempo con ellos.
En mi trabajo seguimos luchando por los derechos humanos de las campesinas hasta que Dios me permita estar. Y si Dios me deja para mi vejes me gustaría irme a mi rancho a vivir tranquila y con mis hermanos y sobrinos y poder ir y venir con mis hijos. Pero bueno, Dios dirá si me concede mi deseo.
La cronista Paula Placencia es Asistente Coordinadora con Líderes Campesinas.