El precioso Chelincito


Soy Chelincito, mi papá fue Margarito quien nació en el rancho “El Pueblito” del municipio de Teocaltiche, Jalisco, México y mi mamá Emilia quien nació en Ahuetita (Ahuetita de enmedio – La Capilla) límite entre Jalisco y Zacatecas, se casaron y vivieron en “El Pueblito” donde nacimos y crecimos sus trece hijos, de los cuales soy la séptima hija.

Pase mi infancia en el rancho “El Pueblito” una comunidad formada aproximadamente de 40 familias, era una comunidad muy unida. Recuerdo que cuando había una boda todos en la comunidad ayudaban con los preparativos sobre todo la comida y todos o casi todos eran invitados, allí conocí lo que es una comunidad unida.

Los principales diversiones o entretenimientos era visitarse entre familias por las tardes, donde las mamás platicaban o hacían costura, manualidades como bordados, punto de cruz y tejidos y los niños mientras jugábamos, rondas, encantados, México y España, pegates, a la víbora de la mar, escondidas, refranes, al lucerito, etc. Lo anterior era bello y divertido y aún más cuando los adultos y jóvenes se unían a nuestras rondas.

Otra diversión era ir al rio a bañarnos y cuando el rio bajaba con más agua era un desafío poderlo cruzar.

Una distracción muy temprano a las seis de la mañana lavar el nixtamal para llevarlo al molino. Ese era nuestro trabajo, pero era divertido porque escuchabas las pláticas o jugabas mientras llegaba nuestro turno y el reto era ser la más madrugadora para no ser calificada como floja.

“En esta comunidad fui feliz, aunque no era rica me sentía como rica porque nunca nos faltó el sustento y aunque no tenía una alberca podía nadar las veces que quisiera,”

aunque no había alumbrado eléctrico nunca nos faltó un quinqué que llamábamos aparato que era de petróleo. No teníamos lavadora, pero teníamos lavaderos que eran piedras planas a la orilla del rio donde lavábamos nuestra ropa ayudando a mi mamá.

La educación era muy limitada pues solo había un maestro que nos daba clases a los niños de toda la comunidad, pero solo al quinto grado, al que los papás le pagaban porque nos enseñara y nos disciplinara y en ocasiones era tenso estar en la escuelita porque si no aprendíamos las lecciones él nos daba latigazos con un látigo de plástico, pero si enseñaba. Con él aprendí a leer y a escribir, gracias a él que voluntariamente llego allí y fue maestro de mi papa también.

Me gustaba la escuela, aunque a veces me daba miedo, pues yo entre hasta los 8 años de edad. La mayoría de las personas solo aprendían a leer y escribir y algo de matemáticas para que nadie te vea la cara de tonto, así que había que aprender hacer bien las cuentas. Los más abusados llegaban al quinto grado.

En ese tiempo pensaba en los quehaceres de la mujer en la casa, su empeño en aprender a bordar en sus ratos libres para vender sus manteles y servilletas para ganar algo de dinero, se quejaban de su espalda y de sus ojos que se les cansaban y acababan su vista y pensé esto no quiero para mí porque también las labores del campo eran para toda la familia y dije yo quiero estudiar.

Pues con la ayuda de mis hermanas mayores y un tío que aconsejo a mi papá para enviarnos al pueblo a estudiar y a la convicción de mi papá y mi mamá nos dejaron ir con una tía, nos inscribieron en el segundo grado porque no teníamos un comprobante de haber cursado hasta tercero en el rancho y allí termine la primaria y secundaria. Allí viví momentos duros de rechazo por maestros y compañeritos porque era nos de un rancho mi hermana Alicia y yo, pero sobrevivimos a todo eso. Luego fuimos a otro pueblo llamado Yahualica de González Gallo donde hicimos una carrera técnica en un CBTa y para protegerme de lo vivido anteriormente guardaba en secreto mi lugar de origen hasta la Universidad donde gradué como MVZ y también donde supe claramente cuán importante y cuanto me ama Dios. Ya lo que había vivido de rechazo no importaba, ahora sabía que había un Dios que me amaba tal y como era sin importar donde había nacido.

Cuando regresaba en las vacaciones donde sufrí rechazo era de mi comunidad pues casi nadie nos hablaba a excepción unas familias pues llego el alumbrado eléctrico. Hay agua potable y la TV. Todo esto ha separado y aislado a las familias. Se acabó esa unidad.

Pero una cosa tengo clara que Dios me ama y que también los ama a ellos y mi deseo es que ellos tengan más conocimiento y lleguen a tener la unión que vi en mi infancia.

“Precioso Chelincito” es el apodo que amorosamente me puso mi papá y a mis hermanos también les dio un apodo especial”

como su nombre, uno el Buque, Corconchito, mi palomita, Irma Elena, Licha, lobo gris, David, abejita real de Colima, Juan Manuel y Ernesto y esa es mi historia.

Mi lema si Dios me ama y me acepta tal como soy ya no es necesario que guarde en secreto mi lugar de origen, soy orgullosamente originaria del Pueblito municipio de Teocaltiche, Jalisco.

Ahora tengo mi esposo y a mis tres hermosos hijos. Jonathan, Ammi y mi pequeña Victoria, y sin pensarlo imite a mi papá y les he puesto un apodo, mi príncipe azul, mi almendrita y la princesa Vic o mi potranca que es su apodo favorito.

 

La cronista Chelincito nació en el estado de Jalisco, Mexico, séptima hija de una familia de 13 hijos. Ella se considera el centro por que hubo 6 más grandes y 6 más chicos que ella. Ahora Chelincito es promotora por pocas horas y ama de casa el mayor tiempo.

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