Publicado diciembre 15th, 2013 por Albertina Padilla
El flujo de ideas, personas, dinero y medios de comunicación entre las fronteras internacionales han transformado a las personas y comunidades; sin embargo, la familia y las estructuras de apoyo comunitario, así como las circunstancias materiales, hacen que las experiencias migratorias sean diferentes para cada uno de nosotros.
Como las aves o las mariposas, las personas también migran de una región a otra sino es que a un nuevo país. Varias fuerzas, como la globalización o la violencia, obligan a las personas a migrar. Cuando transitamos entre las fronteras surgen nuevas identidades, oportunidades de vida, modos de consumo y formas de comunicación, así como posibilidades de comunidad o exclusión.
Las mujeres migran por muchas razones; para trabajar, pero también para “ver el mundo”, aprender nuevas habilidades e independizarse de sus padres y demás figuras de autoridad en su lugar de origen. Cuando las mujeres migran pueden sentirse vulnerables a causa de la pérdida de apoyo de la comunidad; por la violencia o el abuso, que resulta en un alto costo emocional para las familias en ambos lados de la frontera, así como para las propias mujeres migrantes.
En El Motivo, leemos cómo Marla Tomasa Vargas tomó la dolorosa decisión de dejar a sus hijos y cruzar la frontera por primera vez para escapar de una relación abusiva. En Mujer Guerrera, nos encontramos con una estudiante que ha sido separada su hermana a la que tal vez nunca vuelva a ver.
Con esta Convocatoria de Historias, le invitamos a compartir su propia experiencia migratoria, sin importar de dónde proviene o a dónde lo ha llevavo dicha travesía .Únase a MiHistoria y comparta las historias de las extraordinarias vidas de mujeres ordinarias que están en todos los rincones de la diáspora chicana, latina, hispana e indígena.
Sobre la cronista
La coordinadora de difusión y educación, Albertina Zarazúa Padilla, es una educadora y activista comunitaria nacida en Monterey, California que proviene de una familia de trabajadores agrícolas. Albertina recibió una beca por mérito por parte de la California Association of Compensatory Education e ingresó a Mills College, donde se convirtió en presidenta del cuerpo estudiantil. Hace poco, Albertina se jubiló después de 21 años de dar clases en el Oakland Unified School District, donde formó parte de las mesas directivas académicas y fungió como representante sindical de la Oakland Education Association. Albertina ha trabajado como mentora para Círculo de Espejos de la National Latina Health Organization y formó parte de la mesa directiva de Clínica de la Raza. El servicio que ha prestado a la comunidad incluye: la mesa directiva de docentes del Oakland Museum of California; voluntaria en el programa Compassionate Care del NODA del Hospital Kaiser Hayward; así como entrenadora de la liga juvenil de fútbol Jack London. Albertina vive en San Leandro con su esposo desde hace más de 33 años y es una madre orgullosa de dos hijos ya adultos.