Mi historia comienza antes que yo. Mi padre y abuelo, así como sus padres antes que ellos, todos vinieron de un pueblo, un grupo de indígenas mexicanos que reclamaron un imperio rival de los aztecas. Se llamaban purépechas y fueron un pueblo que dominó el arte de la metalurgia. Esto les dio una ligera ventaja sobre los aztecas, contra los cuales estaban constantemente en guerra. Aunque el imperio Azteca era grande, nunca pudieron derrotar a los Purépechas. Tzintzuntzan nunca fue conquistado y, de hecho, al ser el centro de la cultura, también era el centro del imperio Purépecha.
Cuando los europeos llegaron con sus ansias de oro y de conquista, los aztecas les pidieron ayuda a los Purépechas. Junto con su súplica, también trajeron varicela. A cambio, se sacrificaron a los mensajeros y no se envió ayuda. Cuando llegaron los conquistadores, también llegaron con soldados de infantería aztecas. Y después de una campaña extremadamente brutal y sangrienta, el emperador purépecha logró llegar a un acuerdo de paz para evitar que se derramara más sangre. No obstante, su hija de 16 años quiso que su pueblo fuera libre, así que se robó unos caballos y algunas armas, y emprendió una campaña rebelde (en Michoacán, México, hay una estatua de ella y un fresco en tributo de su campaña). El imperio se disolvió, la gente fue desplazada, y los purépechas comenzaron a desaparecer.
Alrededor de 200 años más tarde, mi abuelo nació en una reserva indígena pequeña, ubicada en México. Él salió adelante siendo huérfano – ambos de sus padres fueron asesinados, y él fue adoptado por “El Río de Los Camotes”. Se piensa que nuestro apellido, Camargo, proviene de él.
Mi abuelo trabajó arduamente. A menudo, él nos contaba de los ranchos y de las minas en donde había trabajado, desde Aguascalientes hasta Wyoming. Él se quedó a vivir en Colorado. Posteriormente, mis tías y tíos nacieron, y también mi papá.
“En la década de 1930 (1932), cuando mi papá tenía 3 años, a él y a toda la familia les quitaron todo lo que tenían, y los deportaron como ilegales, gracias a las políticas racistas de un tribunal estadounidense. Mi padre volvió (legalmente) y conoció y cortejó a mi madre, quien acababa de llegar con su familia (legalmente) desde Zacatecas – un pueblo entonces conocido como Tlatenango, donde sólo tenían teléfono y ninguna televisión.”
Se casaron y tuvieron 5 hijos. El más grande falleció 22 días después de nacer. En ese entonces, mi padre tenía tres trabajos, y en uno de los trabajos tuvo un accidente y se fracturó la espalda. Los doctores le dijeron que nunca iba a volver a caminar (1964); pero mi padre era purépecha, ¡así que un año después salió caminando del hospital! Dos años después nací yo (1967) y, posteriormente, mis dos hermanos menores (’68 y ’69).
Crecimos en una familia humilde, pero feliz. Claro que teníamos problemas y discusiones; ¿pero, qué familia no los tiene? A pesar de todo, éramos muy unidos y había amor de sobra para todos.
A mis hermanos y a mí nos gustaba pelear. Cuando nos mudamos, nos peleábamos mucho. Hawaiian Gardens no era un lugar agradable. Fue aquí donde fui testigo de muchas injusticias, incluyendo cuando mis hermanos adolescentes fueron golpeados por la policía de Lakewood. Hubo heridas, cortadas, hinchazón; me sentía enojado.
Presencié muchas injusticias – injusticias contra mujeres, muchachas, homosexuales, inmigrantes, gente de color, gente que hablaba con acento. Por eso es que me sale lo purépecha y quiero combatir todas las injusticias.
“Rendirse no es una opción. La pelea sólo terminará cuando todas las personas seamos reconocidas, respetadas y tratadas con dignidad, ¡únicamente cuando decidamos pertenecer a la misma tribu: ¡la raza humana!”
El cronista Arthur: escribió: Mi nombre es Arthur y soy educador de salud en Planned Parenthood Northern California (Paternidad Planificada del Norte de California). Soy de Vallejo, CA, cerca de Los Ángeles del Este, Boyle Heights, Hawaiian Gardens, Oak Park Sacramento, Davis, Vacaville y Fairfield.