Escribir para contar


Aunque siempre he amado la educación, no siempre me gustó la escuela. Las escuelas no me enseñaron a valorarme, ni a valorar a mi familia o a mi cultura; la sociedad tampoco me enseñó a valorarme, ni a valorar a mi familia o a mi cultura.

En la tele, lo único que pasaban era la criminalización de los inmigrantes, y yo sentía miedo que algo pudiera sucederle a mi familia. Aunque mis papás eran residentes, aún sentíamos incertidumbre, porque no importa tu estado, tu educación, etc., este país aún puede encontrar la manera de hacerte sentir desechable. La historia nos ha dicho que somos desechables. ¡La historia nos dijo que somos desechables!

Pasé por una etapa en la que perdí mi idioma y mi identidad. Quería asimilar mi realidad porque no veía el valor de mi lengua y de mi cultura. Sin embargo, pase lo que pase, siempre senti un vacío. La asimilación no me satisfizo; aún me sentía una extraña. ¿Y, cómo sería capaz de dejar a mis padres y a mi familia? Los amaba, pero no sabía cómo podía traérmelos. Nadie me pidió ni me obligó a incluirlos en mi educación.

Aunque sabía de desigualdad racial, nunca me hice un juicio crítico al respecto. La primera vez que desperté fue a través del feminismo. Mis experiencias como mujer fueron más fáciles de articular que mis experiencias raciales. En este punto, comencé a desear más de la educación. Fue ahí cuando me empecé a dar cuenta del sesgo que me había dejado mi educación eurocéntrica. Quería aprender acerca de las mujeres, pero aún más acerca de las mujeres de color; aunque no tenía ninguna idea de cómo aprender esto. Tuve que comenzar a investigar y a comprar mis propios libros, pues estas voces e historias que buscaba no estaban en la escuela. Sentí que el único lugar en donde podía encontrar una educación verdaderamente auténtica era en la universidad. Por lo tanto, mi camino hacia la academia estuvo motivada por mis necesidades educativas, las cuales no estaban siendo satisfechas en el entorno K-12.

Comencé mi viaje educativo en la Universidad Estatal de San Francisco, en el departamento de Estudios de Raza.

“Finalmente, encontré un espacio que comprendía mis luchas internas y que me ayudó a expresarme de manera más articulada. Fue un proceso doloroso, pero aprendí sanar y salir más fuerte.”

Esto me preparó para los desafíos más grandes que he tenido que enfrentar en mi vida.

Cuando mi marido y yo estábamos en el proceso de legalización, terminamos estando separados durante 3 años y medio. Él estaba en México, y aunque yo lo visitaba tan a menudo como podía, seguía siendo difícil. En este punto, yo asistía a la universidad de Texas, en San Antonio. Estaba lidiando con los cambios culturales; aunque existe una gran comunidad mexicana ahí, la historia y las experiencias que hay son muy diferentes de la mías como chicana de Los Ángeles. A pesar de esto, encontré a algunos profesores asombrosos, que me ayudaron y fueron mis mentores durante una de las etapas más difíciles de mi vida. En el programa de Estudios Mexicoamericanos, encontré un espacio que me ayudó a apreciar el valor de mi historia y de mis experiencias. Comencé a trabajar como editora para la revista de Mujeres Activas en Letras Y Ciencia (MALCS), y comencé a entender el poder que tiene escribir. Estos espacios me prepararon para aprender a navegar en la academia cuando me salí de mi zona de seguridad. Aunque estaba estudiando la especialidad en Estudios Mexicoamericanos, hice una segunda especialidad en inglés. Esos cursos no siempre me dieron la bienvenida.

Dependiendo del curso y del profesor, me sentía brillante o inadecuada. Otros estudiantes no entendían mi historia ni mi manera de escribir. No era algo a lo que estuvieran acostumbrados. Me decían que tenía que cambiar todo, que pusiera cursivas en español o que hiciera interpretaciones ridículas de referencias culturales. Aun así, perseveré, porque sabía que no eran mi público objetivo. Mi público eran esos jóvenes que crecieron de la misma manera que yo.

La cronista Crystal Serrano forma parte de un programa de certificación para enseñar inglés en escuelas secundarias.

 

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